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Almería


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La provincia de Almería, punto de encuentro entre Oriente y Occidente, ha sido poblada por gran cantidad de pueblos de los albores de la historia. Prueba de ello es un ingente patrimonio arqueológico. Le recomendamos... Un recorrido cronológico por los principales yacimientos de la provincia, desde las pinturas rupestres de Los Vélez hasta el asentamiento fenicio de Villaricos, en Cuevas del Almanzora, pasando por Los Millares (Santa Fe de Mondújar).

Son pocas las provincias en España que pueden ofrecer una variedad de actividades tan grande como Almería, fruto de su contrastado relieve que, en pocos kilómetros, permite pasar de un paisaje agreste y montañoso a otro paradisíaco, con playas bañadas por el sol.

Los aficionados a los deportes náuticos pueden disfrutar en sus vacaciones practicando el esquí acuático, buceando en los ricos y salvajes fondos marinos en las más recónditas calas, o dando tranquilos paseos en barco por todo el Mediterráneo.

Para los que prefieren la naturaleza, la provincia esta plagada de múltiples rutas culturales y arqueológicas que permiten al visitante disfrutar del contacto con el medio ambiente al mismo tiempo que enriquecerse, senderos que se pueden hacer andando. Y para los más arriesgados, aquellos que necesitan desprenderse de la adrenalina que les sobra, la provincia también les tiene preparadas gratas sorpresas: esquí, escalada, espeleología, ultraligero, parapente y ala delta desde los acantilados de Aguadulce en Roquetas de Mar.

El turismo cultural también está al alcance de la mano, con el aprendizaje de los idiomas y tradiciones en las escuelas especializadas.

Zonas desérticas y con paisaje agreste, como la de Tabernas, grandes sierras con una frondosa vegetación, costas, acantilados y las playas vírgenes de Cabo de Gata - Níjar. No hay muchas provincias españolas que puedan presumir de tener una orografía tan variada y, a la vez, de tan fuertes contrastes. Y es sin duda eso, lo que convirtió a Almería en uno de los grandes centros de producción cinematográfica del mundo, contabilizándose hasta 2001 el rodaje de casi 200 películas y series. Las películas españolas dieron pronto paso a los rodajes de filmes europeos y americanos, que trajeron de la mano a las más grandes estrellas del panorama internacional, al mismo tiempo que convirtieron el turismo en uno de los grandes focos de riqueza y desarrollo de toda la provincia. Los westerns, de la mando del director Sergio Leone, marcaron todo un hito, pero la zona no quiso centrarse en un género sólo y supo "vender" sus encantos a directores y actores que trabajaron otro tipo de películas hasta conseguir que zoas de la capital como la Alcazaba se transformaran para rodar Indiana Jones y la Última Cruzada, a petición de Steven Spielberg, o que la Rambla del Búho de Tabernas acogiera la batalla de El Guettar en Patton.

Pero lejos de convertirse sólo en centro de trabajo fueron muchos los que quisieron disfrutar también de su gente y su ambiente y vieron en la zona las grandes posibilidades que ésta tenía. John Lennon quiso cumplir en tierras almerienses su 26 aniversario, alojado en lo que hoy es El Delfín Verde, y el actor italiano Fabio Testi quedo prendado de una almeriense con la que más tarde se casaría. A otros les dio muy buena suerte. Unos jóvenes Clint Eastwood y, más tarde, Arnold Schwarzenegger, vieron como sus carreras subían ocmo la espupa tras rodar sus primeras películas en esta provincia andaluza. Actualmente, la actividad cinematográfica ha continuado ya que se siguen rodando spots publicitarios y películas de forma periódica. Para muchos, mientras Almería cuente con su excelente luz y con sus magníficas condiciones meteorológicas, se seguirán gastando metros de metraje en esta tierra. Directores de la talla de Oliver Stone, Steven Spielberg, actores y actrices consagradas como Liz Taylor, Clint Eastwood o Peter O´Toole, pasando incluso por cantantes como John Lennon, no pudieron resistirse al embrujo almeriense y rodaron sus películas en esta tierra.


Historia de Almeria

El lugar que ocupa la actual provincia de Almería es, en palabras del prestigioso historiador y arqueólogo Luis Siret, "un impresionante museo natural". Ello se explica, en principio, por las tres culturas neolíticas que se dan en el territorio de la provincia, hecho que es único en nuestro continente: la de Almería, la de Los Millares y la de El Argar, con su aportación a la cultura campaniforme y celta. En el periodo clásico, son muchas las poblaciones íberas y las colonias fenicias y cartaginesas que cobran importancia en Almería. Es destacable la importancia de varias poblaciones ya en la Roma clásica, como las de Urci (junto a la capital), Abdera (Adra), Murgi (El Ejido), Baria (Vera) o Tagilis (Tíjola). El puerto de la actual capital de Almería (Portus Magnus) ya era explotado y apreciado por los comerciantes del Lacio.

Para remontarse a su fundacíón, hay que decir que Bayyana, en el día de hoy el pueblo de Pechina situado en las orillas del río Andarax, era la capital de la Cora, teniendo su auge entre el siglo IX hasta mediados del siglo X. Tras el ataque de Fatimí al arrabal de Bayyana, es cuando Abderramán III decide en el 955 amurallar el poblado primitivo de la ciudad , La Medina, que se había formado alrededor de la atalaya, Bayyana - Almariyat (la atalaya que la importante República de Pechina tenía en la costa), nace la ciudad, la cual mandó edificar una fortaleza para defensa de la ciudad). Almería era una población total y radicalmente islámica. La Almería musulmana llegó a ser una ciudad grandiosa. Después de Córdoba, era la ciudad más influyente y próspera de la península y una de las más ricas de todo el orbe islámico. Con posterioridad, en el año 965, se construye una Mezquita Mayor como lugar de oración y recogimiento. El almirante de la flota, que residía en Almería, era de facto el segundo poder en la España de la época y tenía a su disposición un número de 300 naves que fondeaban en el puerto, el más importante del califato. Ibn Maymun fue el más grande de estos almirantes de Almería, al que Almanzor envenenó, envidioso de su poder.

El puerto de Almería fue en el siglo X uno de los principales puertos de la base naval del Califato de Córdoba.

Con la muerte de Hixem II, se desmorona el Califato de Córdoba apareciendo los Reinos de Taifas en el siglo XI, en el que Almería se independiza bajo el mandato de Jairán. Sigue cobrando importancia, llegando a ser, como reino independiente, una de las taifas más prósperas. La ciudad tenía al menos quince puertas, que guardaban la entrada a una ciudad de cerca de un millón de metros cuadrados, laberíntica y abigarrada. De todas esas puertas, los contemporáneos destacaban por su belleza tres de ellas, que tenían un raro patio interior (en toda la España musulmana, sólo había dos ejemplos más de este tipo de puertas: una en Sevilla y otra en Granada). Llegó a contar con 10.000 telares, que creaban maravillosos tejidos de seda, entre los que destacaban un “tejido de Almería” que era exportado a casi todo el mundo árabe. Las crónicas medievales destacan la actividad comercial de la ciudad y de la prontitud con que los almerienses hacían frente a los pagos. No sólo los tejidos, sino esclavos (Pechina y Verdún eran los comercios de esclavos más grandes de toda Europa), orfebrería y mármol (se han encontrado lápidas funerarias de mármol de Macael hasta en Nigeria) eran su fuerte. El puerto almeriense era uno de los más importantes del Mediterráneo en época califal, de taifas y con los almorávides. Estos últimos dieron cobijo a piratas, convirtiendo al puerto no sólo en la envidia sino, también, en el terror de sus enemigos.

El investigador Florentino Castro Guisasola publicó en 1930 el libro El esplendor de Almería en el siglo XI. La Almería musulmana está presente en muchos textos medievales, como el Romance del Conde Arnaldo o Las Serranillas, del Marqués de Santillana. Los árabes también cantaron las magnificencias de la ciudad, como el sabio almeriense del siglo XIV, Aben Jatima, en su libro Ventajas de Almería respecto a los otros países de España.

Lo que se ha venido llamando siglo de oro de la ciudad rozaba su cénit cuando el Papa Eugenio III convocó una cruzada contra la ciudad. Cristianos del sur de Europa se reunieron para acabar con la cruel Almería, como la llamaban los juglares de la época. En el sur de Francia, los romances comparaban Almería con una “piscina” que lavaría los pecados de aquellos que se unieran a la cruzada. El conde Ramón Berenguer de Barcelona, Alfonso VII de León, el rey García Ramírez IV de Navarra y Álava (nieto del Cid) o el gran duque Guillermo VI de Montpellier junto con genoveses y pisanos (que veían como una infranqueable competencia el emporio del puerto de la ciudad y que habían sufrido los ataques de su flota), se dieron cita ante las murallas de Almería. Cada uno traía entre sus huestes a lo más granado de la caballería europea, nombres protagonistas de romances medievales (como el conde de Astorga, Ramiro Flores de Guzmán, llamado la “Flor de las Flores” en el “Poema de Almería”, compuesto a raíz de la conquista). Tras una breve pero intensa resistencia, las murallas fueron asaltadas por doce puntos. Alfonso VII no quiso negociar paz alguna. De los habitantes de la ciudad, 10.000 pudieron huir milagrosamente hacia Murcia y 20.000 se refugiaron en la Alcazaba. De estos últimos, la mayoría de los varones fueron acuchillados. Alfonso VII, “el Sultancillo”, como le llamaban despreciativamente los almerienses, devastó Almería y destruyó sistemáticamente las industrias de la ciudad en 1147.


La ciudad viejaEl botín fue repartido entre los soldados, si bien los nobles se llevaron la mejor parte. Los jefes genoveses se apropiaron del “Sacro Catino”, una gran fuente de esmeralda finamente tallada a seis puntas en la que, según la tradición, Jesucristo sirvió el cordero en la última cena. Alfonso VII se llevó partes de la gran mezquita, que depositó en el Monasterio de las Huelgas de Burgos, y ricos tejidos, con los que sería confeccionada la famosa casulla de San Juan de Ortega. El conde de Barcelona se llevó las espectaculares puertas de la Puerta de Pechina, forradas de cuero de buey y tachonadas con clavos de bronce, cuya última pista nos lleva a la capilla vieja de la Universidad de Barcelona.

Tras diez años de dominio castellano, hasta 1157, los almohades lograrían recuperar la ciudad e intentan devolverle su antiguo esplendor, sin conseguirlo. Los granadinos la hacen luego su puerto principal. Es destacable el asedio que volvió a sufrir en 1309 por parte de las tropas de Jaime II de Aragón, que no pudieron con la sólida resistencia almeriense. En esta época, Almería es el escenario de batallas, incursiones y razzias entre los cristianos de Murcia y los moros de Granada. Y en esta época probablemente tiene origen el dicho: Cuando Almería era Almería, Granada era su alquería.

Durante el siglo XV, las luchas por el trono del reino de Granada se irán sucediendo, proclamándose rey de Almería Abdalá El Zagal, reinado que durará poco tiempo porque el 26 de diciembre de 1489, los Reyes Católicos conquistan la ciudad y El Zagal les entrega las llaves de Almería.

Almería en época musulmana se dividía en tres barrios:

El núcleo primitivo fue La Medina.
El arrabal de Al-Hawd (El Algibe), actuales barrios de La Chanca y Pescadería.
El arrabal de La Musalla que se extendía desde la actual calle de La Reina hasta la Rambla Obispo Orberá.
Al brusco deterioro de las prosperidad de Almería se añadió una sucesión de terremotos, dos de los cuales fueron terribles: el de 1518, que elimina para siempre la Vera musulmana, matando a todos sus habitantes, y el de 1522, que se dejó sentir hasta en las Azores, y que devastó Almería por completo, convirtiéndola casi en un solar y siendo la principal causa de la destrucción de la práctica totalidad de los edificios que los árabes habían levantado en ella, así como de la catedral antigua. Estos terremotos y la esquilmación demográfica hacen que apenas haya mención a Almería hasta la modernidad. Es en el siglo XIX cuando resurge su puerto debido a la extracción minera y la exportación de uva de Berja y Ohanes. Fue designada capital de la provincia homónima en la nueva reasignación de finales de este siglo.


Economia de Almeria

Los polos principales de la economía almeriense son:

La agricultura intensiva, con toda su industria paralela (bioquímica, plásticos, genética).
El turismo y el sector servicios paralelo.
La industria del mármol y la piedra natural.
La industria fílmica y televisiva.
La industria de astilleros de barcos deportivos.
En el terreno de la agricultura, Almería se ha convertido en una de las zonas más importantes de explotación agrícola de toda Europa y es conocida en muchos países como la 'huerta o despensa de Europa'. El territorio almeriense, tanto en la franja costera de Levante como en la de Poniente, se configura por miles de hectáreas de cultivo bajo plástico. El invernadero es el modelo de cultivo en la provincia, ya imitado y estudiado por científicos de los cinco continentes. En Almería, además, han situado sus laboratorios de semillas e industrias auxiliares de la agricultura las multinacionales más importantes del sector en todo el mundo.

Originaria de Almería, y ligada a su desarrollo económico, destaca desde la perspectiva financiera la entidad bancaria Cajamar, convertida hoy en primera caja rural española y principal entidad nacional de crédito y ahorro de naturaleza cooperativa. Sus inicios se encuentran en la antigua Caja Rural Provincial de Almería y en esta ciudad mantiene su domicilio social y su sede central nacional.


Gastronomia de Almeria

El mar es uno de los principales recursos de la mesa almeriense. Así podemos señalar piezas como el rape, la caballa, el salmonete, el pulpo, el calamar o el famoso gambón de Almería. Ante su perpetuo aislamiento del resto del territorio peninsular, Almería se vio obligada al autoabastecimiento durante largo tiempo, lo que posibilitó el desarrollo de una cocina diversa basada en los productos de la provincia.

De entre los platos más conocidos (que, como es típico, se ofrecen junto a la bebida en los bares de "tapeo"), tenemos el pimentón, el ajo blanco, la sopa moruna, las patatas bravas, las gachas, la jibia en salsa, las patatas en ajopollo, las gachas tortas o las migas. Además de estos platos se podrían enumerar cientos de sopas, pucheros, ensaladas, paellas, gurullos, gachas, escabeches, pescados y carnes bravas, que se unirían a los vinos de mesa, quesos, habas y multitud de postres. Así mismo, es muy fácil encontrar en bares y restaurantes los llamados cherigans, panes tostados con ali-oli cortados al bies aderezados con todo tipo de ingredientes a elegir.

De la repostería de Almería destacan los roscos, los papaviejos, la leche frita, la milhoja alpujarreña, las tortas de chicharrones, los bizcochos de dátiles, los soplillos, los bollos de nata, los hojaldres, las mermeladas caseras y los bizcochos de cabello de ángel.

Fiestas de Almeria

En Almería capital, hablar de fiestas es hablar de la Virgen del Mar, la Feria y Fiestas de Almería en honor a su patrona tienen lugar en la segunda quincena de agosto, es una Feria muy andaluza.

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