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Sobrevolando Cantabria
Playas de Cantabria
Cantabria es una región histórica y comunidad autónoma uniprovincial española. Limita al este con el País Vasco (provincia de Vizcaya), al sur con Castilla y León (provincias de León, Palencia y Burgos), al oeste con el Principado de Asturias y al norte con el mar Cantábrico. La ciudad de Santander es su capital.
Cantabria pertenece a la Cornisa Cantábrica, el nombre dado a la franja de tierra entre el Mar Cantábrico y la cordillera Cantábrica en el norte de la Península Ibérica. Posee un clima oceánico húmedo y de temperaturas moderadas, fuertemente influenciado por los vientos del océano Atlántico que chocan contra las montañas. La precipitación media es de 1.200 mm, lo que permite el crecimiento de frondosa vegetación.
Cantabria es la región más rica del mundo en yacimientos arqueológicos del Paleolítico Superior. Los primeros signos de ocupación humana datan del Paleolítico Inferior, aunque este periodo no esté tan bien representado en la región. Destacan en este aspecto las pinturas de la cueva de Altamira, datada entre el 16.000 y 9.000 a. de C. y declarada, junto a otras nueve cuevas cántabras más, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La moderna provincia de Cantabria se constituyó el 28 de julio de 1978. La Ley Orgánica del Estatuto de Autonomía de Cantabria se aprobó el 30 de diciembre de 1981, dotando de este modo a la Comunidad Autónoma de organismos e instituciones de autogobierno.
La región posee una superficie de 5.321 km2 y sus costas tienen una longitud total de 165,7 kilómetros. Su cabo más sobresaliente es el Cabo de Ajo (43°28′93″N 3°36′75″O / 43.4925, -3.62083). En la región existen tres ámbitos geográficos bien diferenciados: La Marina, La Montaña y Campoo y los valles del sur pertenecientes a las cuencas del río Ebro y del Duero. La presencia predominante de la montaña y su difícil orografía del terreno explica que históricamente además se conozca a la región entera como La Montaña.
Historia de Cantabria
Cantabria, una de las comunidades autónomas de España, posee una dilatada historia que va desde los primeros asentamientos humanos, con evidencias como las pinturas de la Cueva de Altamira, hasta nuestros días; pasando por ser pieza fundamental para el país en diversas ocasiones, como por ejemplo durante la Reconquista o en las relaciones comerciales con el Nuevo Mundo gracias al puerto de Santander.
Edad Moderna
En el siglo XVI se difunde a nivel popular y literario el uso del nombre La Montaña para designar a la antigua Cantabria en contraposición a Castilla, con la que se aludía exclusivamente a La Meseta. Esta distinción ha llegado hasta nuestros días.[22]
Durante la Baja Edad Media y el Antiguo Régimen los grandes señoríos de Cantabria estuvieron dominados principalmente por tres de las grandes casas nobiliarias españolas, los Mendoza (Duques del Infantado, Marqueses de Santillana); los Manrique de Lara (Marqueses de Aguilar de Campoo, Condes de Castañeda) y los Velasco Duques de Frías, Condestables de Castilla).
La controversia sobre su localización geográfica vino determinada por el hecho de que durante la Edad Media el topónimo de Cantabria se perdió o se usó de forma genérica o inexacta, y se alargaría hasta el siglo XIX. En el siglo XVI numerosos eruditos, principalmente vizcaínos y guipuzcoanos, basados en la única lengua prerromana de la Península Ibérica, el euskera, elaboraron la hipótesis de situar la Cantabria antigua al este del río Asón, en el País Vasco y las zonas limítrofes de Navarra y La Rioja, en base a la existencia del citado monte que conserva el topónimo, la Sierra de Cantabria, así como las citas conservadas en las Glosas Silenses, del siglo XII, y de la Crónica del Tudense del siglo XIII, que situaban el ducado de Cantabria en La Rioja. Estas conjeturas contribuyeron a crear una estado de opinión que hizo que está creencia se consolidara hasta la segunda mitad del siglo XVIII.[23]
A estas teoría se opusieron estudiosos como Jerónimo de Zurita, Arnaud Oihenart o Francisco de Sota entre otros. Tal como fuera las discusiones entre vasco-cantabristas y cantábrico-montañeses, no exentan de descalificaciones personales, se extendieron durante todo el siglo XVII y el XVIII.
No será hasta 1796 cuando se zanje definitivamente la gran controversia sobre la situación y extensión de la Cantabria antigua gracias a obras tan trascendentales para el conocimiento de la historia regional como La Cantabria: disertación sobre el sitio y extensión del padre agustino e historiador Enrique Flórez de Setién.[24] Este basándose en sus buenos conocimientos de las fuentes clásicas y de la geografía montañesa puso fin a la contienda, refutando todos los argumentos de las tesis vasco-cantabristas y situando el solar de los cántabros en donde hoy conocemos.
Paralelamente a este interés por los cántabros y a la clarificación de la aludida polémica se aplicó el nombre de cántabro o Cantabria en el territorio montañés a diversas instituciones, organismos y jurisdicciones.
Paseo de Pereda en el Ensanche de Santander. Este ensanche de población, construido entre mediados del siglo XVIII a finales del XIX, es consecuencia del auge económico de la burguesía mercantil. Fue uno de los primeros que se realizaron en España e impulsó el desarrollo urbano de la ciudad, que amplió su espacio construido hacia el Este en 2.690 metros cuadrados.Los siglos XVII y XVIII fueron centurias de decadencia para las Cuatro Villas de la Costa. Su actividad únicamente se reducía a la pesca ya que el comercio marítimo en el Cantábrico era acaparado por Bilbao.[25] Únicamente Santander llegaría a hacer frente a esta dinámica a partir de 1754 al confluir iniciativas particulares con intereses estratégicos del Estado.[26] A partir de este año la actual capital cántabra polariza el desarrollo de Cantabria: en 1754 el Papa crea el obispado de Santander a instancias del padre Rávago; en 1755 Fernando VI otorga a Santander el título de ciudad; entre 1775-1778 se permite al puerto santanderino comerciar con América; en 1785 se erigió en ella el Consulado del Mar y Tierra; en 1791 pasa a ser sede de la Sociedad Cantábrica de Amigos del País; y en 1801 se la elige como capital de la Provincia Marítima de Santander, nombre que lograría mantener con el mayor de los celos.
Paralelamente el resto de jurisdiciones de la región venía persiguiendo, desde 1727, la integración de sus territorios en una entidad más cohesionado, a semejanza del Principado de Asturias o el Señorío de Vizcaya. Tal pretensión lograría fraguar en 1778 con la constitución de la Casa de Juntas de Puente San Miguel.
La agricultura de subsistencia, complementada con una significativa cabaña ganadera, fue la base económica de la región durante toda la Edad Moderna. El minufundio, e incluso microfundio, era la característica principal del terrazgo cultivado. Apenas existían grandes propietarios de tierras, lo que hacía que esta estuviese muy particionada y repartida, explotándose muchas de las veces en régimen de aparcería, lo que permitía que el acceso a la propiedad incluso a las clases más desfavorecidas. La exigua y deficitaria producción agrícola se sustentaba en cultivos de escasa adaptación al territorio y clima de Cantabria: trigo, mijo, centeno y cebada. Es por ello que la importación de cereales de Castilla, Andalucía y Francia era crónica. Únicamente con la introducción del maíz, un tipo de cultivo que se adaptó perfectamente a las características edáficas y de explotación de la región, se consiguió la autosuficiencia de grano por primera vez en la historia de Cantabria.
En cuanto a la ganadería, esta era mayoritariamente vacuna compuesta principalmente por bueyes y vacas "duendas", es decir las destinadas a la labor del campo. Se aclimatan progresivamente otras razas europeas con mayor producción de carne y leche, que van desplazando a las autóctonas, como la pasiega, la tudanca o la campurriana. También existía una cabaña ovina y caprina, además de la esencial porcina, imprescindible esta última para la alimentación familiar ya que a través de la matanza se proporcionaba las proteínas básicas para la alimentación de las unidades familiares a lo largo de todo el año.
En este periodo de la historia de Cantabria la industria se seguía centrando en la transformación alimentaria a través de aceñas y conservas de pescado. No obstante surgiría durante estos siglos una importante industria especializada en la construcción naval, sustentada por las fuertes demandas del Estado a partir del reinado de Felipe II y focalizada en los astilleros de Guarnizo y Colindres.
Del mismo modo la implantación de la primera industria armamentística del país con la construcción de la Real Fábrica de Artillería de La Cavada, la cual no solo fundía y equipaba de cañones a los buques de la armada para la defensa de los vastos territorios españoles de ultramar, sino que también abastecía de herrajes y clavazón a las citadas atarazanas. La creación de estos altos hornos y astilleros produjo, como consecuencia del consumo insostenible de madera para la producción de carbón vegetal y navíos, una fuerte alteración del paisaje en cuencas como la del río Miera derivada de una rápida deforestación del territorio.
Tras el resurgimiento comercial del puerto de Santander y la apertura del camino de Reinosa, este crecimiento industrial sería acompañado de nuevas industrias de molturación de harinas, cervezas, curtidos, jabones, tejidos, etc. próximas a la ciudad. En la segunda mitad del siglo XVIII al puerto santanderino se le habilita para el tráfico marítimo con América, lo que le permite alcanzar volúmenes de intercambios con las colonias americanas españolas y Europa que le colocaron entre los primeros del país.
Siglo XX
El auge registrado por tales términos de resonancia ancestral a lo largo del siglo XVIII y todo el XIX, continuó pujante durante el siglo XX, adquiriendo un carácter político claramente regionalista hasta 1936. De hecho el Partido Federal elaboró un Estatuto de Autonomía para un Estado Federal Cántabro-Castellano en ese año, que no pudo aprobarse por el estallido de la Guerra Civil. Como consecuencia de la Guerra Civil y marginación subsiguiente de estas tendencias, se utilizó menos el nombre de Cantabria, que, a nivel oficial quedó relegado a las federaciones deportivas, únicas en las que Cantabria seguía figurando como región.
En 1963 el presidente de la Diputación Provincial, Pedro Escalante y Huidobro, propuso recuperar el nombre de Cantabria para la Provincia de Santander, de acuerdo con un erudito informe redactado por el cronista Tomás Maza Solano. A pesar de las gestiones realizadas y del voto afirmativo de los ayuntamientos, la petición no prosperó, sobre todo por la oposición de nuevo del Ayuntamiento de Santander.
El 30 de diciembre de 1981 concluyó el proceso iniciado en abril de 1979 por el Ayuntamiento de Cabezón de la Sal, bajo la presidencia de Ambrosio Calzada Hernández. Este municipio abrió el proceso previsto en el Artículo 143 de la Constitución Española que condujo a la Autonomía de Cantabria. Otros 85 ayuntamientos de la región y la Diputación Provincial se sumaron en los meses siguientes a la propuesta aprobada por el Ayuntamiento de Cabezón de la Sal. Cantabria basó su autonomía en el precepto constitucional que abría la vía del autogobierno a las "provincias con entidad regional histórica".
La Asamblea Mixta, integrada por los diputados provinciales y los parlamentarios nacionales, inició el 10 de septiembre de 1979 los trabajos para la redacción del Estatuto de Autonomía. Tras la aprobación de éste por las Cortes Generales, el 15 de diciembre de 1981, el Rey de España firmó la correspondiente Ley Orgánica del Estatuto de Autonomía para Cantabria el 30 de diciembre de ese mismo año. De esta forma, la provincia de Santander se desvinculó de Castilla y salió del régimen preautonómico de Castilla y León en el que se encontraba junto con las provincias de Ávila, Burgos, León, Logroño, Palencia, Salamanca, Segovia, Soria, Valladolid y Zamora.
El 20 de febrero de 1982 se constituyó con carácter provisional la primera Asamblea Regional provisional (hoy Parlamento). A partir de entonces el nombre de Provincia de Santander fue sustituido por el de Cantabria, recuperando así su nombre histórico. Las primeras elecciones autonómicas se celebraron en mayo de 1983.
En el transcurso de la IV Legislatura (1995-1999) entraría en vigor la primera gran reforma del Estatuto de Autonomía para Cantabria, consensuada por todos los grupos parlamentarios.
Climatologia de Cantabria
Debido a la Corriente del Golfo Cantabria, al igual que el resto de la región Cantábrica, tiene unas temperaturas mucho más suaves que las que les correspondería por su latitud, similar a la de Nueva Escocia en Norteamérica. La región está afectada por un clima oceánico húmedo, con veranos calurosos e inviernos no muy frescos. Las precipitaciones se sitúan en torno a 1200 mm anuales en la costa, aumentando los valores en las zonas montañosas hasta los 1.600 mm, lo que la sitúa en la denominada España húmeda (o España verde).
La temperatura media se sitúa alrededor de los 14ºC. La nieve es frecuente en las partes altas de Cantabria entre los meses de octubre y marzo. Los meses más secos son julio y agosto, aunque no existe sequía propiamente dicha, ya que por una parte siempre existe un mínimo de precipitación, y por otra las temperaturas no son muy elevadas. En algunas zonas de los Picos de Europa con clima de alta montaña, por encima de los 2.500 msnm se mantienen los bancos de nieve durante todo el año.
No obstante las diferencias entre comarcas pueden llegar a ser importantes. Así las más alejadas del litoral, como Liébana y Campoo, presentan un clima mediterráneo continentalizado, en el primer caso por el microclima especial de la zona y en el segundo por su proximidad a la meseta central.
La influencia del relieve montañoso de Cantabria es destacable sobre su clima, siendo la causa principal de fenómenos atmosféricos peculiares como son las llamadas suradas, propiciadas por el efecto Foehn. El viento del sur sopla fuerte y seco, aumentando la temperatura a medida que nos acercamos a la costa. Esto provoca una llamativa disminución de la humedad relativa del aire y la ausencia de precipitaciones. Condiciones que contrastan con las de la vertiente sur de la cordillera donde el viento es más fresco y húmedo y puede estar lloviendo. Estas situaciones son más frecuentes en otoño e invierno, registrándose unas temperaturas anormalmente altas de más de 28ºC. No son inusuales los incendios avivados por este viento, como el que arrasó la ciudad de Santander en el invierno de 1941.
Por otro lado, las zonas costeras suelen estar sometidas a vientos constantes provenientes del Océano Atlántico, que frecuentemente llegan a ser fuertes. En condiciones muy particulares, más propicias en los meses de abril-mayo y septiembre-octubre, los vientos del Oeste pueden alcanzar magnitudes de galerna.
Economia de Cantabria
De acuerdo con la Contabilidad Regional que realiza el Instituto Nacional de Estadística, en el año 2007 el PIB per capita de Cantabria era de 23.377 euros por habitante, similar a la media española que se sitúa en 23.396 euros[11] y por debajo de los 29.455 € de la UE de los 25. El PIB en términos reales es de un 4,1%, dos décimas por encima de la media nacional (3,9%) en el mismo periodo.[12] Hasta abril de 2008 la tasa de paro en Cantabria se situaba en el 6,8% de la población activa, frente al 8,3% de la media de España.[13]
Cantabria ha llevado a cabo desde 1994 una paulatina convergencia con las regiones europeas más desarrolladas, la cual fue posible gracias a su inclusión durante seis años en la lista de regiones Objetivo 1 y por la que percibió subvenciones a fondo perdido para su desarrollo.[14] El éxito económico llevó parejo la pérdida progresiva de estos fondos de cohesión que venía percibiendo desde 1994-1999. En 1999 finaliza el programa marco financiero de la UE y al hacer los cálculos para el nuevo periodo 2006-2007 Cantabria es excluida del Objetivo 1. Dado que su salida fue muy cuestionada[15] debido a que superaba mínimamente el límite establecido del 75% de PIB per cápita,[16] fue considerada región Objetivo 1 «en situación transitoria». En el año 2007 los Fondos Europeos de Desarrollo Regional (FEDER) disminuyeron un 46,2% como consecuencia de la conclusión del periodo transitorio de salida del Objetivo 1[17] y la entrada en el Objetivo 2.[18]
Cantabria cuenta con un sector primario en retroceso que ocupa al 5,8% de la población activa con ganadería vacuna, lechera tradicionalmente y cárnica en los últimos tiempos; agricultura, desatancando el maíz, patatas, hortalizas y plantas forrajeras; pesca marítima; y minería del zinc y canteras.
En el sector secundario asienta el 30,4% de la población activa. En la industria destacan la siderúrgica, la alimentaria, la química, la papelera, la textil, la farmacéutica, equipos industriales y de transporte, etc. En la construcción se empiezan a notar síntomas de estancamiento, si bien sigue siendo el mayor activo de éste sector.
El sector terciario emplea al 63,8% de la población activa y va en aumento, siendo este hecho sintomático de la concentración de la población en los centros urbanos y de la importancia que el turismo (especialmente el rural) ha adquirido en los últimos años. Como entidades bancarias principales de la comunidad autónoma, destaca la Caja Cantabria que en la actualidad gestiona un volumen de negocio cercano a los 10.800 millones de euros, y el Banco de Santander que dio lugar al Grupo Santander, con 129.000 empleados, 66 millones de clientes, 10.200 sucursales y 2,4 millones de accionistas en todo el mundo. El grupo se encuentra entre las diez primeras entidades financieras del mundo y es el mayor banco de la Zona Euro.
Gastronomia de Cantabria
Platos típicos: cocido montañés (a base de alubia y berza), cocido lebaniego (de garbanzos), marmita, sorropotún y olla ferroviaria, como platos fuertes.
Carnes: de vaca, buey, ciervo, corzo o jabalí. Preparadas a la parrilla, estofadas o con legumbres.
La reputación ganadera de la región y sus favorables condiciones climatológicas y orográficas para la cría de bóvidos hizo que la Unión Europea aprobase la denominación «carnes de Cantabria» como indicación geográfica protegida para las carnes de vacuno de determinadas razas autóctonas (Tudanca, Monchina y Asturiana de los valles y Asturiana de la montaña) y otras ya adaptadas al medio (Limusina) o integradas por absorción (Pardo alpina).
Pescados y mariscos: anchoas de Santoña, Colindres, Laredo y Castro-Urdiales, rape, merluza, lubina o lenguado, chicharro, sardina, boquerón, bonito del norte, dorada, besugo, cabracho, salmonete además de los peces de río como trucha y salmón. Rabas (calamares a la romana) y cachón en su tinta (sepia). En cuanto a marisco se pueden destacar: almejas, mejillones, muergos (navajas), berberechos, nécoras, centollos, percebes, cigalas, langostas, caracolillos y bogavantes.
Postres: quesadas y sobaos pasiegos, frisuelos y cojones del Anticristo en la zona lebaniega (similares a las crépes), corbatas de Unquera, polkas en Torrelavega (ambos consisten básicamente en hojaldre), sacristanes en Liérganes, Picatostes en Limpias, Palucos de Cabezón de la Sal y pantortillas de Reinosa.
Quesos: queso picón de Bejes-Tresviso, quesucos de Liébana, queso de nata, etc. (muchos de ellos con denominación de origen).
Bebidas: sidra de manzana, orujo de Liébana (con sus variedades crema de orujo, orujo con miel, orujo de hierbas, etc.), chacolí y tostadillo de Potes. Hay dos denominaciones vinos de la tierra: Costa de Cantabria y Liébana.
Fiestas en Cantabria
Fiestas de Interés Turístico Nacional
Artículo principal: Fiestas de Interés Turístico Nacional (España)
Carnaval marinero, 24 de febrero en Santoña.
La Folía, domingo siguiente a la Semana Santa en San Vicente de la Barquera.
Fiestas del Coso Blanco, primer viernes de julio en Castro Urdiales.
Día de Cantabria, segundo domingo de agosto en Cabezón de la Sal.
Gala Floral, 20 de agosto en Torrelavega.
Batalla de flores, 25 de agosto en Laredo.
Día de Campoo, último domingo de septiembre en Reinosa.
Guerras Cántabras, último fin de semana de agosto y primer fin de semana de septiembre en Los Corrales de Buelna.
Fiestas de Interés Turístico Regional
Guerras Cántabras, primer fin de semana de septiembre en Los Corrales de Buelna.
Cabalgata de Reyes, 5 de enero en Santillana del Mar.
La Pasión viviente, Viernes Santo en Castro Urdiales.
San Juan, 23 de junio en Soto de la Marina (Santa Cruz de Bezana).
Verbena del mantón, primer sábado de julio en Ramales de la Victoria.
Virgen de la Salud, en Áliva, Camaleño.
San Benito, en Barcenaciones, Reocín.
San Pantaleón, en Escobedo, Camargo.
San Carlos, cada 5 años en Bejes, Cillorigo de Liébana. Última edición en 2005.
Virgen de Valvanuz, en Selaya.
La Virgen Grande, en Torrelavega.
Descenso del Deva, en Unquera, Val de San Vicente.
La Virgen Niña, 8, 9 y 10 de septiembre, en Ampuero. En la que se celebran los encierros, c onsiderados los más importantes de España tras los Sanfermines de Pamplona.
Exaltación de la Cruz, en Potes.
La Bien Aparecida, 15 de septiembre en Hoz de Marrón, Ampuero.
San Cipriano, en Cohicillos o Cartes.
Cantabria pertenece a la Cornisa Cantábrica, el nombre dado a la franja de tierra entre el Mar Cantábrico y la cordillera Cantábrica en el norte de la Península Ibérica. Posee un clima oceánico húmedo y de temperaturas moderadas, fuertemente influenciado por los vientos del océano Atlántico que chocan contra las montañas. La precipitación media es de 1.200 mm, lo que permite el crecimiento de frondosa vegetación.
Cantabria es la región más rica del mundo en yacimientos arqueológicos del Paleolítico Superior. Los primeros signos de ocupación humana datan del Paleolítico Inferior, aunque este periodo no esté tan bien representado en la región. Destacan en este aspecto las pinturas de la cueva de Altamira, datada entre el 16.000 y 9.000 a. de C. y declarada, junto a otras nueve cuevas cántabras más, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La moderna provincia de Cantabria se constituyó el 28 de julio de 1978. La Ley Orgánica del Estatuto de Autonomía de Cantabria se aprobó el 30 de diciembre de 1981, dotando de este modo a la Comunidad Autónoma de organismos e instituciones de autogobierno.
La región posee una superficie de 5.321 km2 y sus costas tienen una longitud total de 165,7 kilómetros. Su cabo más sobresaliente es el Cabo de Ajo (43°28′93″N 3°36′75″O / 43.4925, -3.62083). En la región existen tres ámbitos geográficos bien diferenciados: La Marina, La Montaña y Campoo y los valles del sur pertenecientes a las cuencas del río Ebro y del Duero. La presencia predominante de la montaña y su difícil orografía del terreno explica que históricamente además se conozca a la región entera como La Montaña.
Historia de Cantabria
Cantabria, una de las comunidades autónomas de España, posee una dilatada historia que va desde los primeros asentamientos humanos, con evidencias como las pinturas de la Cueva de Altamira, hasta nuestros días; pasando por ser pieza fundamental para el país en diversas ocasiones, como por ejemplo durante la Reconquista o en las relaciones comerciales con el Nuevo Mundo gracias al puerto de Santander.
Edad Moderna
En el siglo XVI se difunde a nivel popular y literario el uso del nombre La Montaña para designar a la antigua Cantabria en contraposición a Castilla, con la que se aludía exclusivamente a La Meseta. Esta distinción ha llegado hasta nuestros días.[22]
Durante la Baja Edad Media y el Antiguo Régimen los grandes señoríos de Cantabria estuvieron dominados principalmente por tres de las grandes casas nobiliarias españolas, los Mendoza (Duques del Infantado, Marqueses de Santillana); los Manrique de Lara (Marqueses de Aguilar de Campoo, Condes de Castañeda) y los Velasco Duques de Frías, Condestables de Castilla).
La controversia sobre su localización geográfica vino determinada por el hecho de que durante la Edad Media el topónimo de Cantabria se perdió o se usó de forma genérica o inexacta, y se alargaría hasta el siglo XIX. En el siglo XVI numerosos eruditos, principalmente vizcaínos y guipuzcoanos, basados en la única lengua prerromana de la Península Ibérica, el euskera, elaboraron la hipótesis de situar la Cantabria antigua al este del río Asón, en el País Vasco y las zonas limítrofes de Navarra y La Rioja, en base a la existencia del citado monte que conserva el topónimo, la Sierra de Cantabria, así como las citas conservadas en las Glosas Silenses, del siglo XII, y de la Crónica del Tudense del siglo XIII, que situaban el ducado de Cantabria en La Rioja. Estas conjeturas contribuyeron a crear una estado de opinión que hizo que está creencia se consolidara hasta la segunda mitad del siglo XVIII.[23]
A estas teoría se opusieron estudiosos como Jerónimo de Zurita, Arnaud Oihenart o Francisco de Sota entre otros. Tal como fuera las discusiones entre vasco-cantabristas y cantábrico-montañeses, no exentan de descalificaciones personales, se extendieron durante todo el siglo XVII y el XVIII.
No será hasta 1796 cuando se zanje definitivamente la gran controversia sobre la situación y extensión de la Cantabria antigua gracias a obras tan trascendentales para el conocimiento de la historia regional como La Cantabria: disertación sobre el sitio y extensión del padre agustino e historiador Enrique Flórez de Setién.[24] Este basándose en sus buenos conocimientos de las fuentes clásicas y de la geografía montañesa puso fin a la contienda, refutando todos los argumentos de las tesis vasco-cantabristas y situando el solar de los cántabros en donde hoy conocemos.
Paralelamente a este interés por los cántabros y a la clarificación de la aludida polémica se aplicó el nombre de cántabro o Cantabria en el territorio montañés a diversas instituciones, organismos y jurisdicciones.
Paseo de Pereda en el Ensanche de Santander. Este ensanche de población, construido entre mediados del siglo XVIII a finales del XIX, es consecuencia del auge económico de la burguesía mercantil. Fue uno de los primeros que se realizaron en España e impulsó el desarrollo urbano de la ciudad, que amplió su espacio construido hacia el Este en 2.690 metros cuadrados.Los siglos XVII y XVIII fueron centurias de decadencia para las Cuatro Villas de la Costa. Su actividad únicamente se reducía a la pesca ya que el comercio marítimo en el Cantábrico era acaparado por Bilbao.[25] Únicamente Santander llegaría a hacer frente a esta dinámica a partir de 1754 al confluir iniciativas particulares con intereses estratégicos del Estado.[26] A partir de este año la actual capital cántabra polariza el desarrollo de Cantabria: en 1754 el Papa crea el obispado de Santander a instancias del padre Rávago; en 1755 Fernando VI otorga a Santander el título de ciudad; entre 1775-1778 se permite al puerto santanderino comerciar con América; en 1785 se erigió en ella el Consulado del Mar y Tierra; en 1791 pasa a ser sede de la Sociedad Cantábrica de Amigos del País; y en 1801 se la elige como capital de la Provincia Marítima de Santander, nombre que lograría mantener con el mayor de los celos.
Paralelamente el resto de jurisdiciones de la región venía persiguiendo, desde 1727, la integración de sus territorios en una entidad más cohesionado, a semejanza del Principado de Asturias o el Señorío de Vizcaya. Tal pretensión lograría fraguar en 1778 con la constitución de la Casa de Juntas de Puente San Miguel.
La agricultura de subsistencia, complementada con una significativa cabaña ganadera, fue la base económica de la región durante toda la Edad Moderna. El minufundio, e incluso microfundio, era la característica principal del terrazgo cultivado. Apenas existían grandes propietarios de tierras, lo que hacía que esta estuviese muy particionada y repartida, explotándose muchas de las veces en régimen de aparcería, lo que permitía que el acceso a la propiedad incluso a las clases más desfavorecidas. La exigua y deficitaria producción agrícola se sustentaba en cultivos de escasa adaptación al territorio y clima de Cantabria: trigo, mijo, centeno y cebada. Es por ello que la importación de cereales de Castilla, Andalucía y Francia era crónica. Únicamente con la introducción del maíz, un tipo de cultivo que se adaptó perfectamente a las características edáficas y de explotación de la región, se consiguió la autosuficiencia de grano por primera vez en la historia de Cantabria.
En cuanto a la ganadería, esta era mayoritariamente vacuna compuesta principalmente por bueyes y vacas "duendas", es decir las destinadas a la labor del campo. Se aclimatan progresivamente otras razas europeas con mayor producción de carne y leche, que van desplazando a las autóctonas, como la pasiega, la tudanca o la campurriana. También existía una cabaña ovina y caprina, además de la esencial porcina, imprescindible esta última para la alimentación familiar ya que a través de la matanza se proporcionaba las proteínas básicas para la alimentación de las unidades familiares a lo largo de todo el año.
En este periodo de la historia de Cantabria la industria se seguía centrando en la transformación alimentaria a través de aceñas y conservas de pescado. No obstante surgiría durante estos siglos una importante industria especializada en la construcción naval, sustentada por las fuertes demandas del Estado a partir del reinado de Felipe II y focalizada en los astilleros de Guarnizo y Colindres.
Del mismo modo la implantación de la primera industria armamentística del país con la construcción de la Real Fábrica de Artillería de La Cavada, la cual no solo fundía y equipaba de cañones a los buques de la armada para la defensa de los vastos territorios españoles de ultramar, sino que también abastecía de herrajes y clavazón a las citadas atarazanas. La creación de estos altos hornos y astilleros produjo, como consecuencia del consumo insostenible de madera para la producción de carbón vegetal y navíos, una fuerte alteración del paisaje en cuencas como la del río Miera derivada de una rápida deforestación del territorio.
Tras el resurgimiento comercial del puerto de Santander y la apertura del camino de Reinosa, este crecimiento industrial sería acompañado de nuevas industrias de molturación de harinas, cervezas, curtidos, jabones, tejidos, etc. próximas a la ciudad. En la segunda mitad del siglo XVIII al puerto santanderino se le habilita para el tráfico marítimo con América, lo que le permite alcanzar volúmenes de intercambios con las colonias americanas españolas y Europa que le colocaron entre los primeros del país.
Siglo XX
El auge registrado por tales términos de resonancia ancestral a lo largo del siglo XVIII y todo el XIX, continuó pujante durante el siglo XX, adquiriendo un carácter político claramente regionalista hasta 1936. De hecho el Partido Federal elaboró un Estatuto de Autonomía para un Estado Federal Cántabro-Castellano en ese año, que no pudo aprobarse por el estallido de la Guerra Civil. Como consecuencia de la Guerra Civil y marginación subsiguiente de estas tendencias, se utilizó menos el nombre de Cantabria, que, a nivel oficial quedó relegado a las federaciones deportivas, únicas en las que Cantabria seguía figurando como región.
En 1963 el presidente de la Diputación Provincial, Pedro Escalante y Huidobro, propuso recuperar el nombre de Cantabria para la Provincia de Santander, de acuerdo con un erudito informe redactado por el cronista Tomás Maza Solano. A pesar de las gestiones realizadas y del voto afirmativo de los ayuntamientos, la petición no prosperó, sobre todo por la oposición de nuevo del Ayuntamiento de Santander.
El 30 de diciembre de 1981 concluyó el proceso iniciado en abril de 1979 por el Ayuntamiento de Cabezón de la Sal, bajo la presidencia de Ambrosio Calzada Hernández. Este municipio abrió el proceso previsto en el Artículo 143 de la Constitución Española que condujo a la Autonomía de Cantabria. Otros 85 ayuntamientos de la región y la Diputación Provincial se sumaron en los meses siguientes a la propuesta aprobada por el Ayuntamiento de Cabezón de la Sal. Cantabria basó su autonomía en el precepto constitucional que abría la vía del autogobierno a las "provincias con entidad regional histórica".
La Asamblea Mixta, integrada por los diputados provinciales y los parlamentarios nacionales, inició el 10 de septiembre de 1979 los trabajos para la redacción del Estatuto de Autonomía. Tras la aprobación de éste por las Cortes Generales, el 15 de diciembre de 1981, el Rey de España firmó la correspondiente Ley Orgánica del Estatuto de Autonomía para Cantabria el 30 de diciembre de ese mismo año. De esta forma, la provincia de Santander se desvinculó de Castilla y salió del régimen preautonómico de Castilla y León en el que se encontraba junto con las provincias de Ávila, Burgos, León, Logroño, Palencia, Salamanca, Segovia, Soria, Valladolid y Zamora.
El 20 de febrero de 1982 se constituyó con carácter provisional la primera Asamblea Regional provisional (hoy Parlamento). A partir de entonces el nombre de Provincia de Santander fue sustituido por el de Cantabria, recuperando así su nombre histórico. Las primeras elecciones autonómicas se celebraron en mayo de 1983.
En el transcurso de la IV Legislatura (1995-1999) entraría en vigor la primera gran reforma del Estatuto de Autonomía para Cantabria, consensuada por todos los grupos parlamentarios.
Climatologia de Cantabria
Debido a la Corriente del Golfo Cantabria, al igual que el resto de la región Cantábrica, tiene unas temperaturas mucho más suaves que las que les correspondería por su latitud, similar a la de Nueva Escocia en Norteamérica. La región está afectada por un clima oceánico húmedo, con veranos calurosos e inviernos no muy frescos. Las precipitaciones se sitúan en torno a 1200 mm anuales en la costa, aumentando los valores en las zonas montañosas hasta los 1.600 mm, lo que la sitúa en la denominada España húmeda (o España verde).
La temperatura media se sitúa alrededor de los 14ºC. La nieve es frecuente en las partes altas de Cantabria entre los meses de octubre y marzo. Los meses más secos son julio y agosto, aunque no existe sequía propiamente dicha, ya que por una parte siempre existe un mínimo de precipitación, y por otra las temperaturas no son muy elevadas. En algunas zonas de los Picos de Europa con clima de alta montaña, por encima de los 2.500 msnm se mantienen los bancos de nieve durante todo el año.
No obstante las diferencias entre comarcas pueden llegar a ser importantes. Así las más alejadas del litoral, como Liébana y Campoo, presentan un clima mediterráneo continentalizado, en el primer caso por el microclima especial de la zona y en el segundo por su proximidad a la meseta central.
La influencia del relieve montañoso de Cantabria es destacable sobre su clima, siendo la causa principal de fenómenos atmosféricos peculiares como son las llamadas suradas, propiciadas por el efecto Foehn. El viento del sur sopla fuerte y seco, aumentando la temperatura a medida que nos acercamos a la costa. Esto provoca una llamativa disminución de la humedad relativa del aire y la ausencia de precipitaciones. Condiciones que contrastan con las de la vertiente sur de la cordillera donde el viento es más fresco y húmedo y puede estar lloviendo. Estas situaciones son más frecuentes en otoño e invierno, registrándose unas temperaturas anormalmente altas de más de 28ºC. No son inusuales los incendios avivados por este viento, como el que arrasó la ciudad de Santander en el invierno de 1941.
Por otro lado, las zonas costeras suelen estar sometidas a vientos constantes provenientes del Océano Atlántico, que frecuentemente llegan a ser fuertes. En condiciones muy particulares, más propicias en los meses de abril-mayo y septiembre-octubre, los vientos del Oeste pueden alcanzar magnitudes de galerna.
Economia de Cantabria
De acuerdo con la Contabilidad Regional que realiza el Instituto Nacional de Estadística, en el año 2007 el PIB per capita de Cantabria era de 23.377 euros por habitante, similar a la media española que se sitúa en 23.396 euros[11] y por debajo de los 29.455 € de la UE de los 25. El PIB en términos reales es de un 4,1%, dos décimas por encima de la media nacional (3,9%) en el mismo periodo.[12] Hasta abril de 2008 la tasa de paro en Cantabria se situaba en el 6,8% de la población activa, frente al 8,3% de la media de España.[13]
Cantabria ha llevado a cabo desde 1994 una paulatina convergencia con las regiones europeas más desarrolladas, la cual fue posible gracias a su inclusión durante seis años en la lista de regiones Objetivo 1 y por la que percibió subvenciones a fondo perdido para su desarrollo.[14] El éxito económico llevó parejo la pérdida progresiva de estos fondos de cohesión que venía percibiendo desde 1994-1999. En 1999 finaliza el programa marco financiero de la UE y al hacer los cálculos para el nuevo periodo 2006-2007 Cantabria es excluida del Objetivo 1. Dado que su salida fue muy cuestionada[15] debido a que superaba mínimamente el límite establecido del 75% de PIB per cápita,[16] fue considerada región Objetivo 1 «en situación transitoria». En el año 2007 los Fondos Europeos de Desarrollo Regional (FEDER) disminuyeron un 46,2% como consecuencia de la conclusión del periodo transitorio de salida del Objetivo 1[17] y la entrada en el Objetivo 2.[18]
Cantabria cuenta con un sector primario en retroceso que ocupa al 5,8% de la población activa con ganadería vacuna, lechera tradicionalmente y cárnica en los últimos tiempos; agricultura, desatancando el maíz, patatas, hortalizas y plantas forrajeras; pesca marítima; y minería del zinc y canteras.
En el sector secundario asienta el 30,4% de la población activa. En la industria destacan la siderúrgica, la alimentaria, la química, la papelera, la textil, la farmacéutica, equipos industriales y de transporte, etc. En la construcción se empiezan a notar síntomas de estancamiento, si bien sigue siendo el mayor activo de éste sector.
El sector terciario emplea al 63,8% de la población activa y va en aumento, siendo este hecho sintomático de la concentración de la población en los centros urbanos y de la importancia que el turismo (especialmente el rural) ha adquirido en los últimos años. Como entidades bancarias principales de la comunidad autónoma, destaca la Caja Cantabria que en la actualidad gestiona un volumen de negocio cercano a los 10.800 millones de euros, y el Banco de Santander que dio lugar al Grupo Santander, con 129.000 empleados, 66 millones de clientes, 10.200 sucursales y 2,4 millones de accionistas en todo el mundo. El grupo se encuentra entre las diez primeras entidades financieras del mundo y es el mayor banco de la Zona Euro.
Gastronomia de Cantabria
Platos típicos: cocido montañés (a base de alubia y berza), cocido lebaniego (de garbanzos), marmita, sorropotún y olla ferroviaria, como platos fuertes.
Carnes: de vaca, buey, ciervo, corzo o jabalí. Preparadas a la parrilla, estofadas o con legumbres.
La reputación ganadera de la región y sus favorables condiciones climatológicas y orográficas para la cría de bóvidos hizo que la Unión Europea aprobase la denominación «carnes de Cantabria» como indicación geográfica protegida para las carnes de vacuno de determinadas razas autóctonas (Tudanca, Monchina y Asturiana de los valles y Asturiana de la montaña) y otras ya adaptadas al medio (Limusina) o integradas por absorción (Pardo alpina).
Pescados y mariscos: anchoas de Santoña, Colindres, Laredo y Castro-Urdiales, rape, merluza, lubina o lenguado, chicharro, sardina, boquerón, bonito del norte, dorada, besugo, cabracho, salmonete además de los peces de río como trucha y salmón. Rabas (calamares a la romana) y cachón en su tinta (sepia). En cuanto a marisco se pueden destacar: almejas, mejillones, muergos (navajas), berberechos, nécoras, centollos, percebes, cigalas, langostas, caracolillos y bogavantes.
Postres: quesadas y sobaos pasiegos, frisuelos y cojones del Anticristo en la zona lebaniega (similares a las crépes), corbatas de Unquera, polkas en Torrelavega (ambos consisten básicamente en hojaldre), sacristanes en Liérganes, Picatostes en Limpias, Palucos de Cabezón de la Sal y pantortillas de Reinosa.
Quesos: queso picón de Bejes-Tresviso, quesucos de Liébana, queso de nata, etc. (muchos de ellos con denominación de origen).
Bebidas: sidra de manzana, orujo de Liébana (con sus variedades crema de orujo, orujo con miel, orujo de hierbas, etc.), chacolí y tostadillo de Potes. Hay dos denominaciones vinos de la tierra: Costa de Cantabria y Liébana.
Fiestas en Cantabria
Fiestas de Interés Turístico Nacional
Artículo principal: Fiestas de Interés Turístico Nacional (España)
Carnaval marinero, 24 de febrero en Santoña.
La Folía, domingo siguiente a la Semana Santa en San Vicente de la Barquera.
Fiestas del Coso Blanco, primer viernes de julio en Castro Urdiales.
Día de Cantabria, segundo domingo de agosto en Cabezón de la Sal.
Gala Floral, 20 de agosto en Torrelavega.
Batalla de flores, 25 de agosto en Laredo.
Día de Campoo, último domingo de septiembre en Reinosa.
Guerras Cántabras, último fin de semana de agosto y primer fin de semana de septiembre en Los Corrales de Buelna.
Fiestas de Interés Turístico Regional
Guerras Cántabras, primer fin de semana de septiembre en Los Corrales de Buelna.
Cabalgata de Reyes, 5 de enero en Santillana del Mar.
La Pasión viviente, Viernes Santo en Castro Urdiales.
San Juan, 23 de junio en Soto de la Marina (Santa Cruz de Bezana).
Verbena del mantón, primer sábado de julio en Ramales de la Victoria.
Virgen de la Salud, en Áliva, Camaleño.
San Benito, en Barcenaciones, Reocín.
San Pantaleón, en Escobedo, Camargo.
San Carlos, cada 5 años en Bejes, Cillorigo de Liébana. Última edición en 2005.
Virgen de Valvanuz, en Selaya.
La Virgen Grande, en Torrelavega.
Descenso del Deva, en Unquera, Val de San Vicente.
La Virgen Niña, 8, 9 y 10 de septiembre, en Ampuero. En la que se celebran los encierros, c onsiderados los más importantes de España tras los Sanfermines de Pamplona.
Exaltación de la Cruz, en Potes.
La Bien Aparecida, 15 de septiembre en Hoz de Marrón, Ampuero.
San Cipriano, en Cohicillos o Cartes.
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