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Benalauria


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Moros y cristianos Benalauria




Benalauría se ubica en una pronunciada pendiente a la sombra de un cerro cubierto de castaños, a 2 km de la comarcal A-369. Sólo es visible este pueblo desde la parte contraria del valle y parece ocultarse a propósito, como si temiera perder sus encantos.

Los datos geográficos del municipio son:
Latitud: 36º35'
Longitud: -5º 15'
Extensión superficial: 20 km²
Altitud sobre el nivel del mar: 667m
Distancia a Málaga capital: 143 km
Comarca: Serranía de Ronda


Cualquiera que conozca el término municipal de Benalauría podría pensar que se ha escogido el peor emplazamiento, la más incómoda pendiente. Las tierras que vierten al Guadiaro son más llanas y mejores, e incluso hay lugares, como las Huertas de Albalate, junto a la carretera comarcal, una vez pasada la Venta de Santo Domingo, que habrían sido una ubicación mucho más cómoda. Por eso hemos de pensar que los criterios manejados en aquellos tiempos medievales para la instalación de un pueblo, poco tienen que ver con los que a nosotros nos parecen útiles.

Benalauría extiende sus tierras desde el valle del Genal hasta el Guadiaro, inmerso en la Serranía de Ronda, dando como resultado un paisaje muy variado y accidentado. Un paisaje tapizado por alcornocales, quejigos y castaños, en los que se engarzan como joyas urbanísticas los pueblos blancos del Valle del Genal. Guarda en sus calles la memoria de la tradición árabe andalusí, las estrechas, empinadas y tortuosas calles encaladas y las ventadas decoradas con forja y flores.

Caminando por sus calles desembocamos en la plaza donde sobresale el edificio de la Casa Consistorial y a corta distancia la iglesia parroquial de Santo Domingo. Por otra parte, interesada en el turismo rural ha dado como resultado la creación de una pequeña oferta de alojamiento en casas del pueblo, un restaurante, una serie de talleres artesanales y un museo etnográfico instalado en el antiguo molino de aceite. Todo ello ha contribuido a la revitalización del municipio.

Podrá degustar de su gastronomía, en cuaresma es típica la elaboración de la sopa de hinojos. Además podrá disfrutar de sus fiestas siendo la más celebrada, en las que a veces no faltan los fandangos, la feria de Santo Domingo. Benalauría se suma a la lista de pueblos malagueños que escenifican las luchas entre moros y cristianos, y que se celebran en honor al patrono, Santo Domingo de Guzmán.

Historia de Benalauria

La historia de este pueblo se remonta a la invasión musulmana pues no existen datos, ni restos que avalen la existencia de algún asentamiento en la época antigua. Sabemos que la presencia romana se fundamenta en este valle a través de la vía Genal-Turón, que desde Gibraltar alcanzaba hasta el interior de las planicies rondeñas, vía que fue señalada por Gozalbes Cravioto, que identifica la ciudad de Vesci con un asentamiento del Cerro de la Laguna, en el vecino Algatocín, mientras que Ramón Corzo la identifica con Gaucín. Por otra parte, quizá el origen del castillo de Benadalid sea el asentamiento de una turris romana. Con estos datos, podemos afirmar que los únicos restos preislámicos del municipio son los que responden al denominado “columbario” del Cortijo del Moro, en el Valle del Guadiaro, que el vulgo identificó desde siempre con un “tesoro de los moros”, pero no existen, por el momento, otras noticias de asentamientos prerromanos o romanos.

Así pues, es a principios del siglo VIII, cuando las tribus beréberes (Hawwara, Maggila, Saddina, Nafza) se asientan en este valle, jalonando las laderas con una serie de qurà o aldeas que llevan el nombre de sus linajes. Uno de estos, los Banu-l-Hawria, dieron nombre a este pueblo (MARTÍNEZ ENAMORADO, 1999).

Estos pobladores se establecen a media ladera, hecho común a toda la montaña mediterránea, con una arboricultura de vertiente laboriosa y variada, y con bancales de regadío bajo los manantiales, formando lo que denomina Miquel Barceló una línea de rigidez, bajo la que se establecen los riegos por gravedad sin poder ser ser acrecentada, por encima de la cual apenas existen cultivos, y sí la silvicultura y el pastoreo.

Tras la conquista cristiana, en 1485, los moros permanecen en calidad de mudéjares bajo la jurisdicción señorial de los condes de Feria, hecho que no trastoca el agroecosistema. La revuelta de 1501 afectó sobremanera Sierra Bermeja y tuvo su reflejo en esta población, que bajó de 45 a 28 vecinos (LADERO QUESADA, 1993), aunque la mayoría permaneció en su lugar, ahora como moriscos. La expulsión definitiva de éstos se realiza tras las revueltas de 1570, que alcanzaron gran virulencia en esta parte de la Sierra, y que aquí se tradujo en la práctica desaparición de la antigua población, repoblándose ahora Benalauría con gentes del Valle del Guadalquivir y Sierra Morena. Junto con Benadalid, siguió estando sujeta a jurisdicción señorial, con las casas de Alcalá y, finalmente, de Medinaceli.

En el siglo XVIII los efectivos humanos crecen desde 383 a 885 en 1787 (RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, 1977), gracias a las favorables condiciones económicas del momento, que propician la extensión del cereal y de la arboricultura, especialmente del viñedo y, más tarde del olivar: es el momento de la construcción de las almazaras de sangre e hidráulicas que aún existen. Es también la época en que se reconstruye la iglesia y se realizan las obras de la Plaza, del Ayuntamiento, Pósito de Labradores y otros edificios, cuyo bello conjunto dieciochesco aún se puede admirar, y que sirvieron de modelo a otras casas de parecida organización que aún conservan la fachada.

Durante el siglo XIX, el crecimiento de la población prosigue, con altibajos, (es preciso hacer mención aquí de la especial dureza del conflicto con Francia, que tuvo en estas serranías momentos dramáticos, con los ataques de los guerrilleros y las consiguientes represalias francesas) hasta superar el milenio de efectivos. La caída de la vid a causa de la filoxera y la competencia de otras zonas no tuvo aquí las dramáticas consecuencias que se observan en otras poblaciones, primero porque nunca ocupó una extensión relevante, segundo por la rápida sustitución por otros árboles de secano.

Ya en el siglo XX, asistimos al canto de cisne de la ocupación de esta porción de la montaña de Málaga (GÓMEZ MORENO, 1989), con la máxima extensión del cereal y olivar, y los nuevos cultivos de cítricos, propiciados por la política autárquica del régimen franquista, y como consecuencia del aislamiento y las dificultades de aprovisionamiento para una población que seguía creciendo. Desde finales de los 50, la crisis de la montaña se ceba duramente con las poblaciones de valle, con la concatenación de una serie de factores:

Aparición de la peste africana que arruina la cabaña porcina.
Caída de precios agrícolas como consecuencia de modernización de las estructuras agrarias: las zonas de montaña no pueden competir con la moderna agricultura comercial.
Descapitalización del campesino a causa de esta caída y de la pequeñez generalizada de las propiedades.
Incapacidad de suplir la maquinaria con una mano de obra cada vez más cara, con el señuelo de los altos salarios de la vecina Costa del Sol.
Fin de las actividades del monte (carbón, cal, leña...), y como corolario, ruina de los arrieros y de gran parte de las actividades complementarias de los jornaleros y pequeños propietarios.
Todo lo anterior nos lleva a la emigración, al desarraigo, al envejecimiento de la población, en suma, a la desarticulación de la vida campesina: Benalauría tenía en 1950, 1239 habitantes, por sólo 521 en 1996.

En la actualidad, la política agraria de la UE pretende la salvaguarda de la montaña manteniendo población rural. Se potencia el desarrollo sostenible apartir de los propios recursos, con inversiones de capital que generen expectativas entre las cohortes más jóvenes, que podrán beneficiarse del desarrollo del ecoturismo, de la potenciación de las artesanías, las pequeñas agroindustrias y obradores, la agricultura ecológica a tiempo parcial, en suma, de la puesta en marcha de una nueva política que huya del subsidio y la limosna y sea capaz de sacar del abandono y el atraso estructural a estas pequeñas comunidades.

En este sentido, Benalauría es un pueblo pionero, pues en su término municipal hay instaladas ya hasta nueve cooperativas de artesanía de la madera, la cerámica, la forja, construcción, alimentarias flor y exorno, así como otras derivadas de la hostelería, que han frenado en seco el proceso migratorio. La población se ha estabilizado, al menos en las cohortes más jóvenes, y en el horizonte aparece un camino alternativo al desarraigo. Para ello es preciso perseverar en estas tendencias, a la par que seguir aspirando a que el territorio y el paisaje, apenas tocados por el actual modelo desarrollista, sirvan de reserva y traspaís a la gran aglomeración costera.


Climatologia de Benalauria

El clima es muy suave y bastante húmedo, con medias anuales en torno a los 14 º C, en enero unos 8º, julio 24º, y por tanto con una oscilación térmica de 16 ºC. Las precipitaciones sobrepasan los 1200 mm, siendo más frecuentes en otoño e invierno, con las advecciones húmedas del W y SW.

La especial configuración litológica y la orientación propician la existencia de dos paisajes muy diferentes (CASTILLO RODRÍGUEZ, 2002):

Las laderas metamórficas, abarrancadas y redondeadas, dan lugar a una arboricultura muy variada que se distribuye según la orientación solana-umbría. En la solana, olivar y almendros; en los nortes, castaños, cerezos y ciruelos. Donde haya manantiales y en las cercanías de los arroyos, existen bancales en regadío de cítricos. Estos campos o ager se hallan intercalados, a modo de mosaicos, entre los restos del bosque autóctono (alcornoques, encinas y quejigos) o saltus, formando un bello conjunto con ricos cromatismos que abarcan casi toda la gama de los verdes. En las orillas del Genal se fundamenta una asociación molinería-huerto que jalona con una antigua dispersión humana ambas orillas, hecho común a todo el río, y ya desaparecida.

En el Valle del Guadiaro las pendientes se suavizan y, desde los 800 m, aparecen los viejos campos de labor secano, hoy forrajeras o pastizal, entre los cortijos de sierra que, muy numerosos, dan lugar a una dispersión intercalar, con algunos diseminados de cierta importancia como el de Siete Pilas. Estos campos de cereal fueron el complemento alimentario para el otro lado de la Sierra, estableciéndose un denso tráfico de granos y frutos a lomos de las recuas de los arrieros. La actividad ganadera, sobre todo la montanera del cerdo, era y es muy importante por cuanto numerosos bosquetes de encinas y quejigos reverdecen entre los ager: he aquí una presencia del agroecosistema de la dehesa en estas tierras. Las surgencias de agua dieron lugar igualmente a una organización de espacios regados, fundamentalmente maíz, que se regulaban mediante un Alcalde del Agua. En las orillas del Guadiaro numerosas huertas ofrecían la producción de manzanas y ciruelos, aunque hoy día apenas quedan restos de esta arboleda.


Gastronomía de Benalauria

En Benalauría al igual que en el resto de los pueblos del Valle del Genal, la gastronomía tiene su fundamento en una larga tradición que ha sabido combinar los productos del terreno con la dieta alimentaria en función de la estacionalidad. La primavera es el tiempo de los guisos con hierbas silvestres como tagarninas, hinojos, collejas o espárragos trigueros. Durante todo el año se pueden degustar las ollas serranas y los diversos potajes de garbanzos, y, entre las carnes, los guisos de conejo y la amplia variedad de platos y embutidos procedentes del cerdo.

Un apartado especial merecen los productos de la huerta, el Valle del Genal nutre a sus pueblos de gran variedad de verduras, hortalizas y frutas frescas.

La repostería guarda en buena medida el recuerdo de la tradición morisca, siendo característicos la harina de trigo, el azúcar y el aceite de oliva combinados en perfecta armonía y aromatizados con canela, matalahúva y ajonjolí, y acompañados en ocasiones de almendras y nueces.

Platos típicos

Buñuelos: repostería
Castañas al brandy: respostería
Castañas en almíbar: reposteria
Gazpacho caliente: se consume generalmente en invierno. Elaborado con productos de la tierra, como el aceite, ajo, pimiento y tomate, se sirve según el gusto de cada uno, bien simple o bien con acompañamiento.
Gazpacho fresco: se consume generalmente en verano. Se prepara en frío a base de ajo, miga de pan, aceite, agua, vinagre, tomate y sal, con o sin pimiento y pepino.
Olla serrana: se puede degustar durante todo el año.
Potaje de hinojos con garbanzos: se puede degustar durante todo el año.
Tortas de masa: repostería.
Tostón de castañas: repostería. plato tradicional que se consume en la llamada fiesta del Tostón, el Día de Todos los Santos.
Y también encontramos: aguardiente de uva, ensalada tradicional y sopa de tomates.



Fiestas de Benalauria

Feria en Honor a Sto. Domingo de Guzmán. Tradicional fiestas de Moros y Cristianos. Se celebra en la primera semana de Agosto. Es la fiesta más importante, donde se destaca la celebración de los Moros y Cristiano, de honda raigambre popular, con todo el pueblo echado a la calle, disfrazados de moros y cristianos, es un teatro callejero, que recuerda los días del levantamiento mudéjar de 1051 en sierra Bermeja.

Verbena en honor a nuestra Patrona Ntra. Sra. del Rosario. Se celebra en la primera semana de octubre, es una verbena que incluye los tradicionales tostones de castaña.

Semana Santa, celebrada con los tradicionales oficios religiosos , entre las procesiones destacan Los Mandaítos y el Santo Entierro.

Romería de Siete Pilas, 7 y 8 junio.

Jornadas Culturales, la última semana de julio, con charlas, conferencias, exposiciones, gastronomía, teatro, etc.

La Semana de Artesanía, se celebra en diciembre (puente de la constitución), con la participación de todos los artesanos de la zona.
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