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Maó - Mahón - Menorca - Islas Baleares


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MAHÓN (BALEARES)


El Jaleo Tradicional en 1ª Persona Fiestas de Mao







Mahón (en catalán y oficialmente, Maó, aunque en dialecto local suena como mó, y ocasionalmente se escribe Mahó) es una ciudad situada en el este de la isla de Menorca (Baleares, España). Cuenta con 28.284 habitantes (INE 2007). Es la capital de la isla.

En el término municipal de Mahón se hallan dispersos otros núcleos urbanos. En la costa norte se hallan Es Grau, con una albufera y una playa de aguas tranquilas, Sa Mesquida, con su torre de vigilancia, y el pequeño núcleo de Es Murtà. En la orilla opuesta del puerto, a s´altra banda, se hallan diversas urbanizaciones como Cala Rata, Cala Barril y Cala Llonga. En el interior existen las pedanías de Sant Climent y de Llucmaçanes.

En el puerto de Mahón existen varias islas. La Isla de la Mola, unida a tierra, forma parte de la base naval y es el punto más oriental de España. La Isla del Rey que es por donde desembarcó el Rey Alfonso III de Aragón en su expedición de conquista, ha estado históricamente muy abandonada, pero últimamente un grupo de menorquines liderado por el general mahonés Alejandre Sintes trabaja activamente para su rehabilitación. Finalmente, la Isla del Lazareto es sede de eventos científicos, congresos y cursos regularmente.



Historia de Maó - Mahón

Al inicio de un nuevo milenio, Maó se estructura como una ciudad histórica. Por tres veces milenaria, según los restos arqueológicos del subsuelo, y con categoría de municipio, otorgada por el emperador romano Vespasiano, hace dos mil años.

En aquella época, la zona sur del término de Maó, como el resto del mediodía menorquín, era un territorio muy poblado. Bajo la ciudad actual se encuentran restos talayóticos, pero, en general, todo el entorno está sembrado de poblados prehistóricos: la impresionante magnitud del de Trepucó, las peculiaridades de los de Talatí o Torelló o las necrópolis de Biniparratx y des Caparrot de Forma, son ejemplos en la zona sur, mientras que en el norte los vestigios más importantes son los de la Torreta de Tramuntana.

Griegos y fenicios comerciaron en nuestro puerto, y los cartagineses buscaron la habilidad de los honderos menorquines para engrosar sus ejércitos. De mano de los romanos llegó, primero, la civilización que el Imperio Romano propagó por todo el Mediterráneo, y, años más tarde, el cristianismo que tanto habían perseguido, y que el propio imperio, con su expansión, difundió por todos sus territorios. Los límites de la ciudad romana de Magona se hacen más extensos conforme nuevas excavaciones sacan a luz restos constructivos cada vez más alejados del núcleo original. La importancia de su necrópolis quedó constatada ya en el siglo XVIII, al realizarse las obras de la iglesia del Carme, y la extensión de la romanización al resto de los poblados tiene su testimonio en los numerosos hallazgos por el campo menorquín.

La conversión al cristianismo de la comunidad judía de Maó, realizada por el obispo Severo a principios del siglo V, debió ser decisiva, puesto que en este término se encuentran la mayor parte de yacimientos de origen paleocristiano, datados entre los siglos V y VI de nuestra era. Los mosaicos de la Illa del Rei y de Torelló son muestras elocuentes de la importancia que alcanza la comunidad cristiana en la zona de levante de la isla, así como de su poder económico a juzgar por la magnitud y belleza de los restos encontrados.

Pasan siglos en que las noticias sobre Menorca son mínimas. Poca información existe de la presencia de los vándalos en la isla o de la pertenencia al gran imperio Bizantino, y, a pesar que la ocupación musulmana se prolongó en el tiempo, son también escasos los vestigios de aquella época, en especial en la zona de Maó. Los años de ocupación sarracena son de relativa tranquilidad y prosperidad, y la cultura y las artes alcanzan momentos de gran esplendor; sin embargo, la ciudad de Maó, antaño floreciente, ha quedado circunscrita a un pequeño castillo defensivo sobre el puerto, según explican las crónicas cristianas posteriores a la conquista, sin que se conozcan las razones de este retroceso.

Podemos considerar, por tanto, que el actual Maó tiene su origen en aquel castillo que Alfons III, tras la conquista de la isla a los musulmanes en el año 1287, manda fortificar de nuevo y dotarlo de una iglesia dedicada a Santa María. Un nuevo régimen político y social organiza la isla, la población se renueva y se mantiene la capitalidad en Ciutadella y la división en cuatro distritos; el de Maó abarca toda la zona de levante. Los documentos denominados Carta Puebla y Pariatge establecen los privilegios de los menorquines y la organización eclesiástica de la isla en siete parroquias. Los siglos posteriores a la conquista fueron tiempos difíciles: economías precarias, sequías y plagas, luchas internas entre las universidades, como se denominaba la Administración local, y ataques de piratas que impedían la vida tranquila, tanto en la ciudad como en el campo.

A pesar de todo, Maó crece por afuera del pequeño recinto amurallado y las nuevas calles quedan rodeadas por un segundo cinturón de murallas. La Universidad, situada entonces en la calle Nueva, rige los destinos del municipio; se dispone de un hospital y se celebra mercado semanal. También se tiene constancia de dos fiestas muy arraigadas: la de Sant Antoni, para conmemorar la conquista, y la de Sant Joan, que, según los documentos, en el año 1533 ya era considerada una tradición muy antigua en Maó. Esta celebración se mantendrá hasta la desaparición de las universidades en el siglo XIX, y, cuando se recupere la tradicional colcada, en el año 1890, se hará con similar ritual pero trasladada a la festividad de la Virgen de Gracia.

El ataque que el pirata Barbarroja infligió a Maó es uno de los episodios más dramáticos de la historia de la ciudad, y las dificultades para recuperarse se ven agravadas por el hecho que toda la isla pasa por similar situación en poco tiempo. El castillo de Sant Felip, construido en la boca del puerto de Maó, proporciona tranquilidad a los mahoneses, pero no puede aportar seguridad al resto del contorno insular.

El siglo XVII marcará un hito en la recuperación y prosperidad económica de la isla. El castillo de Sant Felip representa nuevos ingresos y activación de la vida portuaria. La ciudad de Maó crece extramuros, se urbaniza el Pla del Monestir, la zona de s’Arraval y las orillas de los caminos des Castell y de Gracia. La Universidad de Maó se independiza de la de Ciutadella en el año 1641 y se le concede el distintivo de maza de plata a su macero.

El siglo XVIII, con sus ocupaciones extranjeras, resultará próspero sobre todo para la zona de Maó, que pasa a ostentar la capitalidad de la isla. Las inversiones inglesas en el castillo de Sant Felip y el mantenimiento de las tropas activa la economía. La llegada de extranjeros, algunos de paso y otros para establecerse, aviva el comercio y nos pone en contacto con las corrientes artísticas y las vanguardias europeas. A pesar que la documentación administrativa habla de penurias y dificultades, la verdad es que en Maó todos los edificios importantes se erigen de nuevo: las iglesias de Santa Maria y Sant Francesc se reconstruyen, se edifican de nueva planta la iglesia y el convento del Carme, la de Sant Nicolau de Bari para la colonia griega y una sinagoga, de ubicación desconocida, para la comunidad judía. El Ayuntamiento se reforma, se construye el Principal de Guardia y se levanta un nuevo hospital, al haber sido ocupado el anterior por los ingleses. También se edifica el Hospital de la Marinería en la Illa del Rei, el Arsenal en la Illa Pinto y una nueva carretera une los dos extremos de la isla; se ajardina el puerto con una alameda y se inician las obras para un lazareto. Aparecen las primeras casas señoriales y nace una nueva clase social, la burguesía, que hará que las bellas artes cobren importancia y que las inquietudes históricas y literarias cristalicen en una agrupación como la Societat Maonesa de Cultura.

También en este siglo, y al amparo de las dominaciones francesa e inglesa, se levantan dos pueblos de nueva planta en los alrededores de la ciudad de Maó. El de Sant Lluís, construido por los franceses en terrenos de la garriga de Binifadet, y el des Castell, edificado por los ingleses en sustitución del arrabal del castillo de Sant Felip. Ambos se segregarán como municipios independientes en el año 1904 y en el año 1872, respectivamente, con lo que el término de Maó vio muy menguada su superficie y, sobre todo, su litoral.

El siglo XIX se inicia con el paso definitivo de la isla a la Corona española, si bien las escuadras inglesas pronto volverán a frecuentar el puerto mahonés como aliados de España contra Bonaparte. Para Maó esto significará nuevos ensanches para acoger los refugiados procedentes de la península. Se urbanizan los barrios de Tanques del Carme, Dalt Vilanova y Cap de Creus, de manera planificada; normas sanitarias obligan a los ayuntamientos a construir cementerios alejados de las ciudades; se mejoran las condiciones de los hospitales y de los mercados, y la afición por el teatro y la música, nacida tímidamente en la anterior centuria, arraigará con fuerza y se construirá un teatro al estilo de los italianos, y las temporadas de ópera, por su calidad y cantidad, crean una verdadera tradición en Maó, y es que la sociedad está cambiando y se preocupa cada vez más por el entorno, la salud y la cultura.

La crisis económica de los años veinte significará una pausa en este crecimiento y motivará la emigración, sobre todo hacia el norte de África, favorecida por la oportunidad que brindaban los barcos franceses que recalaban en el puerto de Maó en la travesía desde Marsella a Argel. La ciudad de Fort de l’eau, en la costa argelina, fue fundada básicamente por aquellos menorquines.

A mitad del siglo XIX la economía se rehace y nace una incipiente industria que activa nuevamente la vida comercial, centrada como siempre en el puerto de Maó. La ciudad permanece estable y la nueva etapa industrial afecta básicamente la fisonomía de la zona portuaria. La mayoría de fábricas y almacenes se sitúan en los muelles de levante y de poniente, en el Cós Nou y en cala Figuera. La vida social se activa; en las últimas décadas de aquel siglo los partidos políticos mantienen una militancia muy dinámica, la vida municipal es muy participativa y las polémicas surgen por muchos y diferentes motivos. Se crean numerosas sociedades recreativas y asociaciones culturales.

Una nueva crisis económica, provocada por la pérdida de las colonias, afecta la economía isleña a finales del XIX, agravada después por la primera guerra mundial, al cerrarse también los mercados europeos, y, por último, por la gran crisis de la guerra civil. Durante esta primera mitad del siglo XX, la ciudad se expande bajo las directrices de los arquitectos Femenías y Claret y se producen nuevos ensanches: hacia poniente, las zonas de s’ Esplanada, J.M. Quadrado y J .A.Clavé; hacia levante, los alrededores del paseo marítimo. A finales de la década de los cincuenta, la industria se recupera y empieza a introducirse el turismo, que será la gran revolución del pasado siglo.

La llegada del turismo significará la inversión de muchos de los valores establecidos hasta entonces. El cierto retraso de la explosión turística en Menorca hace que la urbanización del litoral, como valor en alza, no cause demasiados trastornos en la costa mahonesa. Sólo tres urbanizaciones en la zona norte, de aspecto muy tradicional, y dos pequeños núcleos en la costa sur hacen que el litoral mahonés aparezca virgen en casi toda su extensión. El Plan general de ordenación urbana de Maó, aprobado en la década de los años ochenta, es altamente proteccionista: sólo el 5,5 % del suelo es urbano; el resto, un 94,5 % es rústico y, de éste, el 42,2 % son áreas protegidas. Podemos considerar que Maó es uno de los territorios dónde la presión inmobiliaria es menor y, en estos momentos, las directrices de las administraciones isleñas van encaminan en esta línea.

La declaración de Menorca como Reserva de la Biosfera, en el año 1993, nos da consciencia que el crecimiento sostenido es la única alternativa de futuro.


Gastronomia de Maó - Mahón

La gastronomía de Mahón se caracteríza por platos que combinan hortalizas, carnes y pescados. Platos típicos son el oliagua con tomate, las berenjenas rellenas a la menorquina, la caldera de langosta, la caldera de pescado y marisco y los calamares rellenos al horno.

Los embutidos son los productos estrella de la gastronomía, destacar la sobrasada, la Carn i xulla, el botifarró, el camaiot i la varia.

En cuanto a la repostería destacar dulces como los bunyols, los pastissests, el flaó de Menorca, los amargos, los crespellines, la coca bamba, los caramelos de yema de huevo, el chocolate de nieve, los crespells, las formatjades y los robiols.

Destacar el queso Mahón, un queso de pasta prensada blanca tirando a amarilla, elaborado con leche de vaca de las razas frisona, mahonesa o menorquina, y/o parda alpina.



Fiestas de Maó - Mahón

Las fiestas patronales menorquinas armonizan un vivo folclore tradicional y una creativa participación popular. Acomodadas siempre en las cambiantes circunstancias de los tiempos y de las costumbres, forman parte de la propia historia del pueblo de Maó y de su término.

Las normas que aquí presentamos, que hacen referencia a las “Colcades” y otros actos tradicionales del término municipal de Maó, no consideran, de ninguna forma, nuestra fiesta como una celebración fosilizada e inalterable, sino que más todos la valoran como un intento de poner por escrito la tradición oral y las innovaciones que se han producido.

Todo esto, estos protocolos tienen vocación de permanencia, puesto que es precisamente la continuidad en la vigencia la que da fuerza a la tradición.

Si el pueblo conoce los protocolos, podrá velar mejor, con su participación, para que todo se desarrolle de forma satisfactoria.

Entre el 6 y el 9 de septiembre se celebran las fiestas patronales de Gracia, en honor a la Mare de Déu de Gràcia. Éstas comienzan con el pregón la noche del 6, continuando con el tradicional jaleo del 7 por la tarde y el 8 por la mañana. Paralelamente se celebran muchas actividades, como fuegos artificiales, carreras de caballos, verbenas... El día 9 la fiesta gira entorno al puerto.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias.

En una placa de la fachada del edificio principal de guardia se explica brevemente para qué servía y mencionan a Carlos III y ODC. Ya me gustaría saber el significado de estas siglas.

Gracias y saludos

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